sábado, 23 de abril de 2011

ser siempre autenticos

 

SINCERIDAD NO ES LO MISMO QUE AUTENTICIDAD. Para poder hablar de «autenticidad» es obligado definir el término «sinceridad» con el que generalmente se le suele identificar. Por paradójico que pudiera parecer a primera vista, no es lo mismo sinceridad que autenticidad. Se puede ser sincero pero no auténtico. La autenticidad va mucho más allá, tiene mayor profundidad v es de rango superior. Sinceridad es la adecuación entre lo que se piensa o se siente y, lo que se dice. Autenticidad es la adecuación entre lo que se piensa, se dice y se hace y lo que se debe hacer.
En definitiva, sólo seré auténtico cuando lo que piense, sienta y diga corresponda a la realidad de mi «deber ser».
No pocos jóvenes de hoy piensan que por ser sinceros, decir lo que piensan, ya son auténticos, pero sólo lo serán de verdad en la medida en que sus conductas respondan a la llamada de los valores. Para mí, esa «llamada de los valores» es lo mismo que «el deber ser».
La neurosis, el trastorno psíquico y mental, la escisión de la persona se instala allí donde hay una ruptura entre el «ser» y el «deber ser».
Escasea tanto la autenticidad y es un valor tan cotizado como raro, especialmente en los tiempos que corren porque por un lado va la conducta y por otro los ideales. ¿Se puede vivir sin ideales? No. Todos necesitamos esa guía interior que se apoya en la interiorización de una guía de valores que nos sirva como punto de referencia de la conducta.
La mayor parte de los problemas que aquejan al hombre de hoy están motivados porque no se tiene un cuadro de referencia interno, una Filosofía de la vida, un ideal, un «deber ser» que vaya en la misma línea de nuestra conducta habitual.
En definitiva, se trata de llevar a la realidad de nuestra vida diaria aquel principio de la moral personalista que dice: «Hemos de acostumbramos a vivir como pensamos, pues de lo contrario, acabaremos por pensar como vivimos.»
LA MEJOR DE LAS COSTUMBRES, DECIR SIEMPRE LA VERDAD. Hace más de dos milenios, Ciro, Rey de Babilonia, afirmaba que "lo más importante que se debe aprender en la vida es decir siempre la verdad». Decir la verdad es el camino más seguro para llegar a ser auténticos, para que se dé una completa coherencia entre nuestras palabras y nuestras acciones. Es éste un valor imprescindible que hemos de cultivar todos los educadores. No daremos un solo paso en nuestro quehacer educativo, si el educando percibe doblez, falsedad o fingimiento en lo que decimos o en lo que hacemos.
Cuando decimos y/o hacemos lo contrario de lo que pensamos, abrimos un abismo entre nosotros y la parte más noble que nos sustenta, nuestra propia «mismidad», entre nosotros y entre aquellos que confiaban hallar en nuestra conducta un modelo para cincelar su propio «deber ser», su cuadro de referencia interno. Recordemos siempre que la sinceridad es el alma de todo diálogo. Decir siempre la verdad, enseñarla y exigiría a nuestros hijos desde los primeros anos es importante, entre otras razones, porque la autenticidad educa por sí misma. motiva, convence e impulsa a las acciones nobles, a 1a responsabilidad, al buen entendimiento, al diálogo y a la convivencia pacífica.
No es posible referimos a la autenticidad sin que la memoria nos aporte al instante la ya clásica frase de R. Guardini: «Educamos más por lo que somos y hacemos que por lo que decimos ... ». Será nuestro ejemplo constante de autenticidad, de coherencia entre nuestras palabras, nuestras acciones y esa «guía interior» que dé sentido y valor a nuestra vida, quien contagie a nuestros educandos a ser defensores de la verdad, a encontrar su motivo, su razón para vivir, su ideal.
SUGERENCIAS A LOS PADRES PARA FOMENTAR LA AUTENTICIDAD.
a) Clarificar bien las ideas de los niños. Marcar unas directrices muy concretas para que nuestros hijos sepan a qué atenerse y no mandar jamás cosas que no son razonables.
b) Que haya siempre una perfecta coherencia entre lo que exigimos a nuestros hijos y la conducta que observamos los padres. Alguien ha apuntado la incongruencia de quien trata de dar lecciones a sus hijos con un vaso de vino en una mano v un cigarrillo en la otra.
c) Exigir el cumplimiento de la palabra dada. Que nuestra forma de proceder les sirva de ejemplo. Al comprometer nuestra palabra nos comprometemos a nosotros mismos. Antes, la palabra de un hombre comprometía su vida y su honor; hoy, por falta de sinceridad y autenticidad., se desconfía sistemáticamente de¡ otro, por lo que es necesario recurrir con tanta frecuencia a la fuerza obligatoria de la ley.
d) Convencer al niño que es más ventajoso decir siempre la verdad. La paz y tranquilidad que se siente interiormente por haber sido fiel a uno mismo. Al mismo tiempo, debemos estar atentos a alabar su sinceridad y autenticidad, mostrándonos orgullosos.
e) Cuando el niño mienta para librarse de burlas y crítica, en lugar de reprocharle su mala acción y ridiculizarle, ofrezcámosle alguna alternativa para tener éxito en lo que haga. Hay que asegurarle que a su sinceridad seguirá siempre nuestro respeto y ayuda.
f) Procuremos que a sinceridad, el proceder auténtico, se vuelva rentable para el niño. «Falta confesada y reconocida, es falta perdonada.» Permitir la equivocación y dar tiempo para la corrección.COMENTARIO:SER AUTENTICOS SIGNIFICA SER UNO MISMO VALORARNOS POR LO QUE SOMOS, NO APERENTAR DE QUE SOMOS OTROS. LO IMPORTANTE ES TENER UNA ALTA AUTOESTIMA Y ADEMAS COMO VUELVO A DECIR SER SIEMPRE UNICOS, SIN COPIAR O DIGAN LOS DEMAS POR QUE SI LO HACEMOS VIVIREMOS SIEMPRE  DEPENDIENDO DE LOS OTROS.


                                  
 
 
 
                                    


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